Y mis besos
¿dónde están?
¿dónde quedaron las caminatas prometidas?
el aire frío de
cordillera
que nos golpeaba la cara en el devenir sin sentido
ese
devenir coqueto
de tus pasos con los míos
descubriendo nuestras geografías
la sorpresa
de una esquina
el cariño de un perro enmascarado que nos hacía
compañía.
Acaso ese perro también se perdió
siguiendo el destino de nuestro río,
ahora convertido en un lecho de piedras
enterradas en un légamo
que apesta a engaño y a clandestinidad.
¿Dónde se fueron los cómodos silencios,
la
sincronía de nuestra respiración,
el momento en que tu mirada se decidía
a encontrar con la mía
la tinta de nuestras plumas, el calor de
nuestros abrazos?
Huyeron todos en estampida, corrieron al descampado
horrorizados de la indecisión y la cobardía.
Y la fiesta quedó vacía
La mesa quedó puesta
Y entró el viento
Haciendo sonar las latas del techo
y golpeando
piedrecillas
contra los vidrios
del cuarto vacío.



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